4 de agosto de 2009

El conflicto agropecuario (2008)

El 11 de marzo de 2008 el Gobierno dictó la resolución 125, por medio de la cual aumentó las retenciones a las exportaciones agrarias, que, en el caso de la soja pasó el 35% (antes 20%) al 44%, con el agregado de que a partir de entonces dichas retenciones pasarían a ser móviles: cuanto mayor fuera el precio internacional mayor sería el porcentaje, que podría llegar (por un error de cálculo del Gobierno) al 95%. Son $1.500 millones más.
¿Qué son las retenciones? Son un descuento que se hace en el valor de determinados productos que se exportan y que suelen implantarse cuando se producen devaluaciones importantes. Esta política empezó a aplicarse cuando el gobierno de Frondizi devaluó el dólar, que pasó de $18.- a $82.- Para evitar el impacto total sobre los precios internos, se establecieron las primeras retenciones (así se evitó un mayor aumento de los precios internos del trigo, el maíz y la carne, base de la alimentación popular).
Así se hecho cada vez que hubo devaluaciones. A medida que la inflación avanzaba, se iban reduciendo las retenciones.
Cuando durante la presidencia de Menem y el ministerio de Cavallo se implantó la convertibilidad, el dólar quedó atrasado y entonces no hubo retenciones, pero la situación de los productores fue peor porque recibían menos por sus productos (agravado porque los precios internacionales eran bajos) y produjo una crisis en el campo que derivó en muchas quiebras.
El Gobierno obtiene de las retenciones actualmente su principal recurso. No es un impuesto votado por el Congreso y no coparticipa a las provincias. En consecuencia, éstas dependen de lo que voluntariamente quiera darles a provincias y municipalidades, lo cual le permite alinearlos políticamente porque sin la ayuda federal los estados locales no pueden subsistir. A su vez, así el Gobierno Nacional maneja a su antojo los subsidios que otorga al transporte, la electricidad, el gas (para que te des una idea la factura bimestral del gas es de $15.- a $25.- en los domicilios particulares pero los que no tienen gas de redes pagan una garrafa eso mismo o más), el agua y todo lo que se le antoja. Esta es la verdadera cuestión, no hay plata que le alcance. Por ej.: Máximo Paz, un pueblo de 4.000 habitantes, a 100 km. de Rosario, tiene un presupuesto comunal de $1.500.000.- para mantener las calles, recoger la basura, cementerio, etc., etc. con el cual no puede ni siquiera atender el mantenimiento o cambio de los camiones. En tanto, en esa jurisdicción, la Nación se ha llevado el año pasado $50.000.000 por retenciones.
A la vez, los subsidios se distribuyen con clara intención demagógica. En La Capital Federal (y en el resto del Gran Buenos Aires proporcionalmente) la tarifa de ómnibus urbana vale $0,90 y en Rosario, $1,40 (aumentará en este mes a $1,60). Como el costo se acerca a $2.-, en Buenos Aires el Estado Nacional paga la mitad de lo que cuesta el transporte de los porteños en ómnibus, subterráneos y más aún en los ferrocarriles y lo pagan todos los argentinos.. ¿Porqué los subsidios, en todo caso, no son iguales para el interior del país.
En este conflicto, el más grave de toda la historia argentina (lleva más de 80 días el paro), los productores tienen la sensación de que el Gobierno se ha burlado de ellos. Y así ha sido porque varias veces les prometieron el diálogo y luego se lo negaron faltando a la palabra dada. El Jefe de Gabinete, Alberto Fernández, llegó a citarlos para un día determinado y faltar luego a la cita. En una ocasión pareció que se llegaba a algún acuerdo, pero Kirchner le hizo negar lo que había acordado. Kirchner ha dicho en privado y ha trascendido que “quiere al campo de rodillas”. ¿Y la presidenta? Es una figura decorativa. Se habla de que el país tiene “doble comando” o que “tiene dos presidentes al mismo tiempo”. En realidad tiene uno solo. Esta situación ha desprestigiado mucho al gobierno. El índice de popularidad de la señora ha bajado al 26%.
El día 25 de mayo ppdo. las entidades del campo hicieron un acto frente al monumento a la Bandera, en Rosario, con una gran concurrencia, entre las más grandes de todos los tiempos. Hubo gente de la ciudad y de muchas provincias, gente del campo y gente de todos los sectores sociales, con gran entusiasmo y evidente oposición al gobierno. Ahora se están haciendo otros actos en pequeñas ciudades y pueblos del interior. Hoy, 4 de junio han empezado paros de los transportistas agrarios, que no trabajan hace más de dos meses por el conflicto y han resuelto bloquear totalmente las rutas. En Rosario han debido cancelarse muchos servicios interurbanos de ómnibus.
De todos lados se pide al gobierno que busque el diálogo. Hasta en el peronismo se oyen voces en igual sentido. El gobernador de Córdoba, Schiaretti y el ex gobernador Reuteman han salido a defender al campo. Muchos intendentes y presidentes de comuna han hecho lo mismo. La Iglesia también pide la apertura del diálogo. El periodismo critica fuerte y muchos dirigentes ruralistas han tenido acceso a la TV. La inmensa mayoría de la gente ha tomado partido por el campo. El Gobierno rebajó levemente las retenciones.
El Gobierno ha empezado una diatriba contra el campo: dice que ellos lo quieren todo y que no son solidarios con los pobres, que el Gobierno se preocupa por la mejor distribución de la riqueza. De todas maneras, la soja se exporta en un 95%. En todo caso, para eso está el impuesto a las ganancias, pero el Estado no tiene el derecho de apropiarse de todas las ganancias de los particulares. Si el campo no hubiera tenido ganancias, la mejora económica del país no se hubiera producido Y MUCHO TIENE VER EN ESTO EL AUMENTO DE LOS PRECIOS INTERNACIONALES DE LOS GRANOS.
Mientras tanto, la economía empieza a resentirse. Toda la industria relacionada con el agro, fabricantes de implementos agrícolas, transportistas, acopiadores de granos, frigoríficos y toda clase de negocios de la campaña sufren los efectos de la situación. Hay un cambio de expectativas, gente que se asusta, retiros de depósitos y compra de dólares. El Banco Central ha salido a vender para evitar una suba de la divisa y ha tenido éxito. En la ciudad también se siente en toda clase de negocios. La crisis ha demostrado que el Gobierno no es confiable y si se prolonga más, los efectos serán aún más severos. No hay que extrañarse si la construcción se paraliza porque la mayoría de los compradores de los departamentos que se construyen son gente del interior.
El conflicto ya se está planteando como una lucha entre Buenos Aires y el interior. Eso es también grave porque amenaza con afectar la unidad nacional.

4 de junio de 2008

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