17 de julio de 2013

El diario Tribuna de Rosario

            

DIARIO TRIBUNA

                                                                  Héctor R. Amez

            El 12 de octubre de 1928 –día en que asumía su segundo periodo presidencial Hipólito Irigoyen- apareció en Rosario el diario Tribuna, como vespertino, para expresar el pensamiento de los demócratas progresistas. Hacía poco más de un año que el P.D.P. había reiniciado su actividad política, luego de años de abstención y  meses de la derrota electoral de la fórmula gubernativa Francisco Correa-Otto Gschwind, en la que el mejor candidato había obtenido el menor número de votos: sólo 9.000 en toda la provincia (5.000 en Rosario).
            La idea del emprendimiento editorial había nacido en una reunión realizada en el estudio de Enzo Bordabehere, de la que participó un grupo de amigos del Partido, ninguno de los cuales, salvo Bordabehere, pasaba de los 30 años de edad.
            Quedó constancia en el acta de constitución que todos quienes quisieran colaborar económicamente a la obra debían ser afiliados del Partido Demócrata Progresista, pero el diario debía mantener su independencia de las autoridades del Partido.
            Gracias al esfuerzo denodado, producto del entusiasmo de los jóvenes idealistas, comenzó la vida del diario. Dos meses después de su aparición, en diciembre de 1928, el doctor Bordabehere viajó a Europa, donde estuvo alrededor de diez meses. Fue en ese ínterin que, confiando en el éxito creciente del tiraje, los directivos cometieron el error de realizar una gran inversión en máquinas que aumentò los gastos y desequilibró el presupuesto, colocando a la empresa al borde de la quiebra. Las obligaciones del diario estaban garantidas por Mario Antelo, Enzo Bordabehere y Vicente Pomponio. Cuando fue necesario reforzar las garantías, se acudió a Víctor Avalle, José Martín Olaeta, Alberto T. Casella, Rafael Mancini, Lucas Sánchez e Isidro y José Carreras.
            A pesar de las economías introducidas, no fue posible eliminar el déficit operativo del diario.
Una vez instalado el gobierno del doctor Molinas, se entendió que se podía acudir a la ayuda económica de funcionarios y empleados de alta jerarquía que accedieron al gobierno, invocando el aporte que la acción del diario significó para el triunfo del Partido. Pero fueron pocos los que respondieron. El Partido contribuyó con la suma de $52.000.-, que se recibió como aporte de capital. lo que se tradujo en la pérdida de autonomía de Tribuna. El problema subsistió y se llegó a situaciones que pusieron al diario otra vez al borde de la quiebra.
            Los vendedores de las máquinas, que habían venido cobrando regularmente, a raíz del atraso de una mensualidad por parte de uno de ellos, y en medio de circunstancias que dividieron al núcleo fundador, llevaron a situaciones difíciles que, a duras penas y por la acción enérgica de los doctores Bordabehere y Pomponio fue posible resolver.
            A la muerte de Enzo Bordabehere, asesinado en el Senado de la Nación, ocupó la dirección el doctor Vicente Pomponio, que era el subdirector.
 

Segunda parte

             En la década de 1940 Tribuna seguía siendo el diario vespertino de mayor tirada de Rosario, habiendo llegado a 25.000 ejemplares por día.
            Recordamos que los editoriales estaban a cargo de Antonio Robertaccio y Virgilio Albanese y entre los periodistas podemos citar a Fausto Hernández, gran poeta rosarino, autor de Biografía de Rosario, Isaac   Efron, Cipriano Roldàn, Juan Pascual y Pablo Andrés Cribioli (estos tres de Deportes), Justo Palacios, Julio Vanzo, los fotógrafos Joaquín Chiavazza y Blas Persia.
            En su condición de vespertino, el diario tuvo gran aceptación entre los partidarios del deporte, el fútbol particularmente, y las carreras de caballo. Los canillitas voceaban: “Crónica (otro vespertino de la ciudad), Tribuna: “el “fóbal” y las carreras”.
            La llegada de la “revolución de 1943 aumentó las dificultades para la prensa libre, que se acentuaron con su continuación, el régimen peronista. El 1º de junio de 1945 la Dirección de Correos y Telecomunicaciones prohibió la circulación de los diarios El Progreso, de San Nicolás y Democracia, de Junín. Eso se repitió con muchos otros órganos. El 1º de julio de 1947 apareció un proyecto de ley para limitar a 8 el número de páginas de los diarios..
            La campaña contra todos los diarios que no aceptaban convertirse en propagandistas del gobierno arreció y el cierre de órganos de prensa, la no entrega de papel, que administraba el Gobierno, fueron cosa corriente, que culminó con  la expropiación de La Prensa, de Buenos Aires.
            Tribuna no fue la excepción. La Comisión Bicameral Investigadora de Actividades Antiargentinas, que había sido creada por el Congreso para impedir la propaganda nazi, fue desvirtuada y en las manos de los diputados José Emilio Visca y Rodolfo Decker fue un vehìculo para cerrar y suspender órganos de prensa, no entregar papel para la impresión que dicha Comisión administraba.
            El diario sufrió una clausura y al reaparecer, siete meses después,  publicó un editorial, que comenzaba con una frase famosa de Fray Luis de León: “Como decíamos ayer..”, en el que se anunciaba que iba a continuar su prédica democrática y comentaba la ruinosa situación económica que se estaba gestando en el paìs. Eso sucedió el 18 de agosto de 1949 y ese día el escribano Miguel Angel Telesca certificó que la tirada del diario había sido de 31.330 ejemplares.
La situación se hizo insostenible. Después de reclamar la entrega de papel a los importadores, habituales proveedores, quienes contestaban invariablemente que sus existencias estaban interdictas por la Comisión citada y reclamarle a ella y otros organismos del Gobierno sin éxito, el 22 de enero de 1950 se editó por última vez.  Finalmente, Tribuna fue entregada al personal y se publicó con el título de La Tribuna desde el 29 de marzo de 1950. El lema que llevaba desde su fundación: “Los que saben a donde se dirigen y van marchando por el camino recto no lo recorren solos durante mucho tiempo” (frase de Lisandro de la Torre) fue entonces cambiado por otro: “Los que trabajan en este diario participan con el 50% de sus ganancias”.


            

ALBERTO NATALE

ALBERTO NATALE
10/9/12
Palabras pronunciadas por Héctor Amez en el primer aniversario de su fallecimiento
 
La vida pública de Alberto Natale fue un fluir en el que las cosas se dieron casi naturalmente , como si  debieran ser por imposición de una fuerza superior en la que no creía, casi sin esfuerzos mayores.

Desde muy joven, tenía 17 años cuando se incorporó al Partido Demócrata Progresista, en 1955, en la primavera democrática que sucedió a la caída de la dictadura iniciada en 1943, comenzó su militancia primero en los cuadros juveniles.

A poco andar y tras la muerte de José Antelo,  integró la Junta Ejecutiva Provincial que presidió Alfonso Aletta de Sylvas, sin duda el más activo y capaz dirigente después de Enzo Bordabehere en la organización partidaria.

Le tocó a Alberto sucederlo sin las dotes de Aletta, pero con un talento que lo elevó a los cargos superiores por encima de correligionarios  antiguos y respetados, que cedieron sus posiciones en reconocimiento a su mérito.

Apenas se había recibido de abogado, a los 23 años, cuando se incorporó al estudio del Dr.Camilo Muniagurria, y ya fue candidato a concejal de Rosario. Cargo en el que sería electo a los 24 en una lista que compartí y que era presidida por Angel Moral.

Vinieron las épocas difíciles del 73 y con 35 años fue candidato a gobernador pasando a la segunda vuelta con lo que su nombre cobró aun mayor prestigio.

Todos sabemos como terminó ese aciago periodo pese a todas las advertencias que se hicieron. La violencia sin precedentes pudo ser evitada pero la hoguera se encendió.

Cuando se pensó que  podía empezar la salida, Alberto aceptó la intendencia. Una obra de progreso de 22 meses transformó la ciudad  en un clima de concordia, en la que se gobernó para todos y no se toleró una sola desviación de los principios de la moral administrativa.

Desde 1985 y durante 20 años desempeñó en cinco períodos una diputación nacional brillante reconocida por propios y extraños.

Cinco veces fue candidato a gobernador sin discusión interna y en ocasiones por la insistencia de sus amigos que veían disminuidas las posibilidades sin su presencia.

Los amigos que lo conocían bien  a veces han pensado que  no dio toda la medida de sus condiciones y por eso le han reclamado más en algunas ocasiones.

Su actuación no se limitó a la militancia política y puede afirmarse que casi  ningún demócrata progresista alcanzó su rango en los ambientes académicos.

¿Puede afirmarse que no cometió errores? ¿Acaso ha existido el hombre que no los haya cometido, según la opinión de este o aquel?

Transitamos juntos en el partido cincuenta años. Algunas veces hemos tenido opiniones diferentes que no han alcanzado para afirmar una disidencia o siquiera una confrontación.

En los tiempos políticos difíciles y peligrosos que vivimos  lo necesitamos. Ahora sólo tenemos su recuerdo y su ejemplo.

Alberto fue un hombre íntegro, un demócrata cabal, el mejor de su generación y quedará entre los prohombres del Partido Demócrata Progresista.